Mi primera receta...

Precribir un medicamento es una tarea que realizo a diario, tomandolo con la mayor responsabilidad, sin que en ello pesen los compromisos con uno u otro laboratorio farmacéutico, tratando de cuidar al máximo tanto la salud de las personas como su bolsillo, y averiguando siempre en que farmacia se encuentran a un precio más económico...

Siempre he tenido cierta fascinación por la farmacología y uno de mis sueños siempre fue trabajar en una farmacia, quizo el destino que cuando me toco elegir ya tenía una hermana estudiando farmaceútica y para mi, en una familia, dos era multitud, pero ella siempre me permitió ayudarla con sus quehaceres, traducir sus papers, etc, y por esos días me leí todos sus libros, esos de farmacología de UdeC...

Puede ser que esta fascinación, como la llamo yo, se debiera a que, como siempre, desde bebé, tuve bastantes problemas respiratorios, de los que ya se han podido dar cuenta, y en lo que llevo de vida, creo haber tomado todos los antibióticos habidos, descongestionantes, mucolíticos, espectorantes, antipiréticos, vacunas... y la lista suma y sigue, cumpliendo con rigurosidad tratamientos y terapias.

Cuando me llegó el turno a mi, en tercer año de la Universidad de estudiar farmacología, con orgullo puedo decir que fuí la mejor alumna, superando con creces a unos compañeros que aún a la salida de la universidad todavía no sabían como se hace un Rp...

Pero sólo ahora caigo en cuenta que mi primera paciente fuí yo misma...

Hace unos 24 o 25 años... allá en la Villa San Martín...

Bella siempre ha sido mi mejor hermana, amiga y complice, especialistas en travesuras que luego encubriamos para que no supiera mamá, con escasa diferencia de edad siempre estuvimos juntas en las buenas y malas, y así también cuando nos enojabamos peleabamos a muerte, pero siempre manteniendo el código secreto del silencio...

Ocurrió que un día, desconozco si fue peleando o traveseando, ella cerró la puerta de la pieza vieja muy fuerte dejando mi dedo cazado...

Ya casí he olvidado el dolor que sentí, pero fiel al código y para que mamá no se diera cuenta, me prescribí todos los medicamentos que se guardaban en el baño en esa época, que supuse serian para el dolor y la hinchazón, porque mi dedo ya se estaba poniendo morado...

... Lo que sigue despues apenas lo recuerdo, muy borrosa es la visión de haber ido en una micro con fuertes dolores y luego la luz grande sobre mi cabeza del hospital en donde se supone que me hicieron un lavado de estómago por la intoxicación,... por suerte no recuerdo el haber gritado cuando me intubaron como dice mi mama que escuchó desde la sala de espera, ni tampoco me acuerdo de los retos que supongo que habrán venido después, pero si supe que lo hice por una buena causa porque mi mamá nunca se entero que la Caro me apretó el dedo y mantuve el código del silencio hasta el final...

Desde ahí en adelante la automedicación ha sido muy frecuente en mi, aunque ya se que no debiera, pero creo que mis conocimeintos me lo permiten, a tal punto ha llegado que confío más en mi que en los médicos, con el respeto del Dr. José Luis...

Después del último resfriado volví a la práctica y me prescribí vitaminas de todo tipo, las que me permitieron estar a salvo por dos meses de este frío invierno...

Pero mis defensas no pudieron aguantar... hoy, con un pie en este mundo y el otro, en el paraíso (pero no en el de Kamelas), decidí pasar a la fase 2 : antibioterapia, pero de la fuerte, tiene que resultar, deseenme suerte...

A comienzos de año una compañera de mi hermana de la universidad, jefa de una farmacia de una conocidad red, hoy amiga mía, me invitó una tarde a cumplir mi sueño, vender en una farmacia, después de todo yo sabía más que cualquier dependiente... fue una muy buena experiencia en que lo único que no pude hacer fue "vender la pomada" es decir, ofrecer la ofertas de la semana...